Las fragancias Montblanc tienen sus fundamentos en la historia de la propia marca. Una historia que comienza en 1906, cuando August Eberstein, ingeniero de gran talento, y Alfred Nehemias, gran visionario, concibieron juntos la primera estilográfica. Su ambición era crear un instrumento de escritura que no necesitara tintero y que se convirtiera en la primera estilográfica portátil. Desde entonces, sus códigos de lujo han tomado forma: prestigio, elegancia atemporal, cultura, refinamiento, artesanía…

 

En 1913 la estrella Montblanc se convierte en el símbolo de la Casa. Una estrella blanca de seis puntas, cada una de las cuales representa un glaciar del macizo del Mont Blanc, la montaña nevada más alta de Europa. Fieles a su espíritu vanguardista, la marca ha sabido evolucionar a lo largo del tiempo y renovarse, enriqueciéndose constantemente con nuevos episodios y materiales de ensueño para elevarse y alcanzar la cima de la excelencia: marroquinería, relojes, gafas o alta joyería.

 

En 2001, Montblanc lanza su primera fragancia, escribiendo un nuevo capítulo en su historia y reinventándose de forma única y personal.

Los perfumes graban en la piel con tinta invisible lo que la pluma deja escrito en el papel

Elegancia y masculinidad, esto es lo que sugieren las fragancias Montblanc. Su diseño y su aroma expresan estos mismos valores. La línea Legend está compuesta por fragancias para hombres serenos y seguros de sí mismos. Sin decir una sola palabra, se intuye una personalidad basada en ideas fuertes y gustos sinceros y apasionados. Con la gama Explorer, la marca se embarca en la búsqueda de un nuevo territorio olfativo lleno de ingredientes excepcionales. Desafía los convencionalismos y busca nuevos horizontes en el mundo de la perfumería, sorprendiendo con aromas que invitan a un viaje a través de los sentidos.